La convulsa situación política que ahogó y puso en cuidados intensivos a un Perú de por sí ya golpeado por el Coronovirus COVID-19, afecta directamente al Taekwondo, según el presidente de la Federación Nacional, Édgar Camargo.

Camargo, quien sostuvo entrevista telefónica con MASTKD, explicó que la orden sanitaria de mantener las escuelas y academias cerradas ponen en jaque a muchos profesores que deben subsistir lejos del dojang.

El jerarca de la Federación Peruana de Taekwondo (FPTKD) afirmó que ya hay una carta para que el Gobierno modifique la directriz, pero que al estar sumergidos en una situación donde hubo cambios de presidentes a la fuerza y con pocos días de diferencia y ambiente tenso, la entidad no ha podido emitirla.

“Tenemos la carta preparada para enviarla al Gobierno. Creo que ya la enviaremos ahora, esperamos que no pase, pero ya que tenemos un Gobierno podemos enviarla y que nos ayuden a todas las academias de artes marciales, no solo del Taekwondo”, dijo Camargo.

La situación desemboca en la necesidad de muchos profesores por implementar clases virtuales o crearse promociones como rebajas de hasta el 50% en las mensualidades.

Pese a la imposibilidad de abrir las puertas por temas políticos y sanitarios, según Camargo el Coronavirus COVID-19 fortaleció la base de preparación de los seleccionados nacionales.

La metodología peruana es similar a la del resto del planeta: atletas desde sus hogares conectados a la misma hora y día con un equipo de entrenadores diciéndoles qué hacer.

“Tuvimos que cambiar toda la rutina. Esta pandemia nos hizo cambiar todas las estrategias y por ejemplo: nuestra selección nacional tiene más asistencias que en lo que era presencial. Nuestros deportistas de la Zona Sur, Norte y Centro del Perú, los que de más lejos se han clasificado, entrenan toda la semana”, detalló.

La situación política del Perú

Francisco Sasgati. Foto: AFP

En nueve días, Perú tuvo tres presidentes. El último en asumir una presidencia transitoria es Francisco Sagasti, quien tomó las riendas prometiendo devolverle la confianza al pueblo, tras días de protestas, violencia y hasta muertes en las calles.

La crisis tuvo su primer punto clímax cuando el Congreso destituyó a Martín Vizcarra, el 9 de noviembre.

El argumento de los opositores fue que el exmandatario padecía de “incapacidad moral” por ser sospechoso de recibir sobornos en 2014, cuando era gobernador; pese a que ese lunes en horas de la mañana Vizcarra negó haber recibido dádivas en una audiencia en el Plenario.

Despojado de la envestidura; el puesto de Vizcarra lo asumió el jefe del Congreso, Manuel Merino, quien se proyectaba en el cargo hasta el 2021, y que renunció tan solo seis después.

La dimisión de Merino se debió a la desparobación popular que hizo eco con gritos y cacerolas, aunada a la solicitud del Congreso para que dejara el cargo.

Así las cosas, Francisco Sagasti se puso la banda presidencial y espera mantenerse al frente de un Perú fuertemente golpeado y divorciado entre sí, hasta el cambio de mando en 2021.

Sagasti es la cuarta persona que asume la presidencia de Perú, desde las últimas elecciones.