“Todo aquel que practique un deporte y no sueñe con ser campeón olímpico o mundial, está perdiendo su tiempo”

-Creo que se lo escuché a Iguanzu (O como p***s se escriba), pero no me hagan mucho caso, mi cerebro de teflón no me está entregando información fidedigna por el momento.

Falta tan poquito tiempo para el mundial de Puebla que podría voltear el reloj de arena que tenía mi abuelo y el evento empezaría antes de que cayera el último grano. He leído comentarios de emoción de parte de muchísima gente y no es para menos. Pocas veces en la vida se da la oportunidad de tener un evento de esa magnitud tan cerca de casa. El Campeonato Mundial es, después de los Juegos Olímpicos, la fiesta más grande del Taekwondo; y tampoco es para menos: no existe un torneo más difícil y largo que el mundial, no lo hay, no se lo han inventado todavía.

Durante mi etapa competitiva tuve la fortuna (Y hay que decirlo: el honor) de representar a mi país en cuatro campeonatos mundiales, en cuatro países diferentes y en tres continentes distintos.

  • Madrid 2005
  • Beijing 2007
  • Copenhagen 2009
  • Gyeongju 2011

Tuve la oportunidad de ver la historia pasar frente a mí: la primera medalla de oro para México en un Campeonato Mundial desde Óscar Mendiola y la primera en la historia para una mujer; también me tocó ver a una mexicana ganarle una final mundial a una coreana de Samsung y conseguir el tercer oro en la historia mundialista de México; vi como tres hermanos estadounidenses se colgaban el oro en Madrid mientras el cuarto de ellos gritaba de emoción desde la silla de coach; vi que Pascal no era invencible; vi a una española llegar a tres finales seguidas y ganar dos de ellas; descubrí que los iraníes no pelean contra los israelitas; vi gráficas de más de cinco hojas; vi a un griego que ganó dos veces plata olímpica y nunca logró llegar a semi-final en un mundial; vi a un mexicano perder la final por un descuido de un segundo; me di cuenta de que el Taekwondo es casi tan global como McDonald’s; sí existen belgas bonitas (el que entendió, entendió); vi el reglamento cambiar en cada mundial al que iba; descubrí que perder en cuartos de final es lo peor: cerca de la gloria, pero fuera de la memoria; me di cuenta que la actitud a veces es más importante que la técnica; vi a un muchacho mexicano que llegó al equipo por la puerta de atrás y quedó en quinto lugar; fui testigo de la debacle coreana al introducirse los petos electrónicos; jamás vi a Steven López perder una pelea; vi perder a Daba Modibo contra un coreano; me di cuenta que siempre que piensas que alguien es el mejor, estás equivocado; fui parte del único equipo mexicano que ha regresado con las manos vacías de un mundial; conocí banderas de países que jamás podría ubicar un un mapa; vi a un ruso ponerle la golpiza de su vida a un coreano; vi que para brillar no hay edad; conocí a Hadi; vi a un español ganarle a Damián y que más tarde se convertiría en Campeón Olímpico; aprendí a decir “Turquía” en turco; descubrí que no hay porra más motivante que el “oh-alele”; vi que los coreanos tienen una enferma fijación por celebrar las semi-finales y finales del evento al día siguiente; escuché el himno nacional dos veces…

 

¿Qué sorpresas nos esperan en Puebla?

Éstas y más, mucho más historias de la WTF World Taekwondo Championships, en cinco entregas que inician hoy: LA SAGA DE LOS MUNDIALES, sólo aquí, en su semanario de confianza.

 

EN EL CAMINO

¿Cuántas vidas tienen los gatos?

 

 

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