La FMTKD está acéfala, sin dirección, ni autoridad y se ahoga en soberbia, mientras firma su peor registro histórico en unos Juegos Olímpicos oficiales. Y no, no es culpa de los atletas, sino de la administración.

Su tropiezo fue en Tokyo 2020, no por la pérdida en primera ronda de Briseida Acosta y Carlos Sansores, sino por la serie de hechos que fungieron como síntomas que precedieron el dictamen final de malos resultados en el evento objetivo de todas las federaciones nacionales: Juegos Olímpicos.

El Taekwondo de México fue de fracaso en fracaso durante la olimpiada 2016-2020 (21) y, hasta la fecha, los responsables se lavan las manos y prometen tiempos mejores. Así de fácil.

Por ejemplo: A inicios del macrociclo, la FMTKD, comandada por Raymundo González, apostó por entrenadores como Guillermo Pérez y Óscar Salazar, quienes comenzarían a trabajar con el equipo consolidado de Alfonso VIctoria, pero las apuestas las perdió más temprano que tarde.

Guillermo – según la versión oficial- se fue porque la CONADE se sentó en pagarle el mínimo como entrenador y no recibió el blindaje y apoyo de su federación para dar pelea y conservarse en el equipo con el pago que él consideró justo.

La misión de Pérez era enderezar un barco mexicano que estaba encallado y para cuando ingresó aún tenía posibilidades de tres plazas directas a la cita de Japón. Se fue antes, porque su versión dejaba entrever que prácticamente lo obligaron a descubrir la salida.

Óscar Salazar, que triunfó en Tokyo 2020 con Egipto, se marchó por la falta de oportunidad, trabas y mal ambiente interno. De hecho, hace algunos días, justo después de la atención a la prensa tras cosechar dos bronces olímpicos, dijo que no volvería a la FMTKD hasta que la actual administración cambie.

Al inicio de la Olimpiada, México poseía muchísima competencia interna. Posibilidades reales de clasificar a varios taekwondistas. No tantos como los más de 4 que prometió Alfonso Victoria, pero sí los suficientes para continuar con la tradición de ver delegaciones numerosas de Taekwondo mexicano. Eso no fue más que un deseo.

La FMTKD tiró todo por la borda cuando una ‘secretaria’ -de la cual nunca trascendieron detalles y se rumoraba que no era secretaria, ni mujer, sino un administrativo reconocido y protegido de la cúpula- se confundió de horarios y no logró inscribir a tiempo al equipo que pelearía el Grand Prix Series de Sofía, en 2019, vital para mantenerse vigente en la carrera de obtener dos cupos directos para Tokyo 2020. Ese pequeño error le costó a México la posibilidad real de pelear por la plaza de – 58kg y +67kg, donde tenía los competidores más experimentados.

La situación parece mínima, pero evidencia el declive de nivel azteca cuando analizamos que a septiembre del 2017 pelaban cuatro cupos directos: -58kg, -68kg masculinos y -49kg y +67kg femeninos, en el cierre la disputa se redujo a dos y no asegurados.

De hecho, las dos representaciones mexicanas del Taekwondo en Tokyo se lograron a través del Preolímpico de Costa Rica, donde los pesos completos sacaron la casta.

Otro síntoma es que, teniendo las plazas definidas, la FMTKD esperó hasta al cierre de la preparación para elegir a la representante de +67kg. ¿Por qué? Solo la institución lo sabe. Nadie más.

A hoy, por primera vez en la historia del Taekwondo mexicano, la presentación en unos Juegos Olímpicos Oficiales se va en blanco.

En Sidney 2000, Atenas 2004, Beijing 2008, Londres 2012 y Río 2016, los del tri siempre cosecharon al menos un metal.

El tema aquí no es solo de México, pero la importancia yace en que ese es el referente del área Panamericana y si está mal, el resto está mal. Para muestra un botón: esta fue la peor presentación de Panamérica en Olímpicos y nadie hace catarsis sincera, quizá por la ocupación y preocupación de apoyar cualquier evento, en cualquier lugar y sin nivel y exigencias mínimas para competir contra el rey del mambo, llamado Europa.