Kyo-Don In: “Pensé que sería mejor morir…”

 

La Federación Mundial de Taekwondo publicó recientemente la fascinante historia de Kyo-Don In, el atleta que ganó la última versión del Grand Prix Series en Londres en la división +80Kg., pero aparte de su grandes condiciones como deportista, lo que más destacan es la pelea que “El Oso” libró durante varios años contra su rival más duro.

In comenzó a practicar Taekwondo a los siete años. Siempre fue un muchacho de contextura grande, algo que le valió el apodo “El Oso” y más tarde lo llevó a ser parte del equipo de la prestigiosa Universidad de Yongin.

A los 21 años (2013), Kyo-Don In se descubrió un bulto en el cuello. “No le di importancia, pensé que estaba relacionado con los músculos ya que entrenaba todos los días”, recordó. “Pero se quedó allí durante más de un año”. Finalmente visitó a un médico y después de varios exámenes el médico diagnosticó un linfoma maligno. “¡Yo no lo podía creer! Nunca pensé que tendría cáncer”.

En agosto de 2014 se sometió a una cirugía que fue exitosa pero todavía no estaba fuera de la zona de peligro.

 

Después de la cirugía comenzó la pelea

De septiembre a diciembre, se sometió a una serie de tratamientos traumáticos. “Fue muy doloroso, no solo perdí el apetito, incluso el olor a comida me daba náuseas”. A medida que el tratamiento continuaba, la agonía de In se disparó. “Pensé que sería mejor morir que tener que recibir más tratamiento, porque era muy doloroso”. Sus pensamientos derivaron hacia el suicidio.

Se rehusó a permanecer en el hospital y aunque no pudo entrenar, continuó sus clases académicas. Para empeorar las cosas, no les había contado a sus compañeros sobre su enfermedad. “Debido a la pérdida de cabello por el tratamiento, siempre vestía sombreros en clase”, dijo. “Entonces la gente a menudo se burlaba de mí”.

La pérdida de su condición física era imposible de enmascarar. “Una vez, conocí a un árbitro de Taekwondo por casualidad y me dijo: ‘¿Cómo puede un atleta tener un cuerpo como el tuyo?’. Estaba desbastado y tuve que llorar en secreto”, contó Kyo-Don In.

 

“Cuando comencé a practicar Taekwondo convertí mi dolor en fortaleza”

 

Sin embargo perseveró con el tratamiento y un día volvió al entrenamiento. El regreso fue terrible. “Cuando me dijeron que estaba curado en diciembre de 2014, comencé a entrenar al mes siguiente (enero de 2015), pero tan solo al moverme me sentía mal”.

Para 2016 ya estaba completamente recuperado y se colgaba el primer oro en el Campeonato Asiático de Taekwondo llevado a cabo en Manila, Filipinas.

Durante este 2017, que está llegando a su fin, Kyo-Don In capturó el bronce en el Campeonato Mundial de Taekwondo en Muju, Corea, plata en el Grand Prix Series 1 en Moscú, Rusia, oro en la Copa del Presidente de Asia, en Tashkent, Uzbekistán, bronce en el Grand Prix Series 2 en Rabat, Marruecos y oro en el Grand Prix Series 3 en Londres, Gran Bretaña, una victoria que lo clasifica para el Grand Slam a principios de 2018.

 

Kyo-Don In: “Pensé que sería mejor morir…”

 

La puesta a punto en su forma física sorprendió a muchos, inclusive a él, “Obtuve mejores resultados de los que esperaba”, admitió.

A diferencia de la mayoría de los atletas, que estudian minuciosamente los detalles de su oponente, In dijo que solo le importa su propio juego. “¡Mi entrenador se da por vencido conmigo durante las competiciones, porque sabe que solo hago lo que quiero en el tapiz!”,(risas).

“Soy alto, pero comparativamente más pequeño que otros atletas de mi categoría. Mi fortaleza es saber qué hacer en el momento correcto; Puedo resolver la situación rápidamente y controlar el juego. En términos de patadas, le gustan las frontales y traseras, y tiende a ganar puntos por las patadas a la cabeza. Cuando se trata de colocar acciones, es un francotirador: “Pateo cuando encuentro el punto desprotegido del oponente”, dijo.

Ahora completamente curado, su mirada está puesta en el Grand Slam, aunque confiesa que realmente no entiende el concepto de la naciente serie. También se encuentra en la etapa final de obtener su maestría en Educación Física en Yongin.

Después de haber vencido el cáncer (todavía se somete a controles dos veces al año) advierte que nadie debe dar por sentada la vida o la salud.

“Hay un dicho, ‘cada palabra es una semilla’. Como nunca pensé que iba a tener cáncer, a menudo hablaba ligeramente de la enfermedad. Pero, como me diagnosticaron cáncer, pensé que debería actuar y hablar sobre el tema: nunca se sabe lo que te sucederá a ti, ni a nadie a tu alrededor”.

 

Equipo MasTKD.com con información de WT.