Óscar Reinoso, izquierda, practicando Taekwondo.

Óscar Reinoso, izquierda, practicando Taekwondo. Foto tomada del Facebook.

“Para mí sería más fácil sacarme la pierna y pedir plata en un semáforo, pero sé que ése no es mi camino. Yo me voy a morir, pero no por el cáncer”.

Óscar Reinoso tiene 57 años. Es un luchador. Del taekwondo, hasta que abandonó la práctica profesional en 1999 luego de ganar medallas y de representar a la Argentina en varios torneos. Y también es un luchador de la vida. En 2004, su hijo sobrevivió a la tragedia de Cromañón. Pensó que sería el susto más grande de su vida, pero no. Tres años más tarde, estando de vacaciones en Brasil, comenzó a sentir una hinchazón en el gemelo derecho. “Lo tenía del tamaño del cuádriceps”, cuenta. Le hicieron varios estudios, hasta que una resonancia detectó el problema: tenía dos tumores en la pierna. “Me dijeron: ‘Tenés cáncer’. Y a partir de ahí cambió mi vida”, explica Óscar. “En ese momento me dije: ‘Debo ponerme las pilas porque si no, no voy a poder sobrevivir’. Porque me di cuenta lo que es ser un paciente oncológico”.

Seis meses de sesiones de quimioterapia, que duraban hasta 18 horas, no surtieron el efecto que esperaban los médicos. Tampoco las soluciones alternativas que él buscó. “Recurrí a brujos, chamanes, curanderos… Me metí en cada lugar. Hasta me iba a caminar en la orilla del mar en Cariló…”, recuerda. Pero los médicos finalmente le dijeron que la única solución era la amputación de su pierna, por encima de la rodilla. “Se me vino el mundo abajo. Estaba con mi familia cuando me lo dijeron.” explica Reinoso. “Me decidí a vencer al tumor. Encontré un grupo, que se llama Apostar a la Vida, que ayuda a pacientes con cáncer. Ahí me estalló la cabeza, porque me di cuenta de que lo mío no era nada. Que había personas con millones de problemas. Y me decidí a amputarme”.

El proceso post operatorio fue duro. “Pensé en matarme varias veces”, confiesa. Pero un día, eligió otro camino. Reinoso lo recuerda feliz, porque fue el cambio más radical de su vida. “Después del taekwondo, me había dedicado al tenis en forma amateur. Entonces agarré la raqueta y, aún con el pilón, porque todavía no tenía la pierna ortopédica, me fui a darle al frontón en Parque Sarmiento. Le conté a mi entrenador, con el que trabajaba en Vélez, y no lo podía creer”.

Luego de conseguir la pierna ortopédica, comenzó a entrenar. Compitió en tenis, participó de exhibiciones de taekwondo (incluso, fue invitado a Corea, donde recibió una mención por su lucha) y su historia comenzó a recorrer el mundo. Rafael Nadal quedó atónito al ver sus videos, y Lionel Messi lo invitó a La Masía para que le contara de qué se trataba su situación. También acompañó a Los Pumas en una gira por Nueva Zelanda. “Es increíble todo lo que he vivido”, se sorprende aún hoy. “SportClub entendió mi situación. Reconoció mi logro. Es un centro que realmente comprende lo que es ayudar. Estuve en la sede de Congreso, y ahora me entreno en Libertador: tengo mi rutina aeróbica y de fierros porque debo prepararme para un torneo”, cuenta.

Oscar eligió el deporte como salida. “Eso me salvó. El taekwondo me dio una doctrina, y el tenis me generó desafíos”, dice. Un deportista de la vida con un mensaje de esperanza. Siempre se puede.

 

Fuente: Olé
Exclusivo Planeta Taekwondo