La mañana del 2 de febrero escribí al CEO de MasTKD: ¿dónde está Matías?, tres minutos después me contestaba: “Matías recluido de vacaciones. Aislado del mundo, tipo retiro espiritual”.

Me dije: bueno, de pronto y el trajín diario de MasTKD le debe haber agotado, en buena hora. Se recuperará pronto de su cansancio.

Pasaron siete días para descubrir que las vacaciones no eran vacaciones, sino una visita a un hospital de Buenos Aires, donde comenzaría una lucha de cinco meses.

Cinco largos meses que pondrían fin a la lucha que desató nada más y nada menos que Matías Rojas, Gerente General de MasTaekwondo.com.

Mis primeras aventuras en el exterior las hice junto a él. Gracias a él aprendí a cómo moverme entre eventos de Taekwondo, a cómo identificar los contenidos noticiosos y a cómo disfrutar la vida cuando el estrés asfixiaba mientras el tiempo corría.

Era argentino, lo conocí por Skype cuando estaba en Guatemala y me junté con él en México. Escribimos muchas historias y era tan valioso su punto crítico que me hizo crecer como persona.

Era trotamundos, desafió al destino, pasó por donde quiso, resolvió cuanto problema tuvo sin necesidad de hablar el mismo idioma, se las ingenió y ahora, ahora: gozará por siempre el placer de conquistar cuanto se propuso.

Era septiembre 2015 cuando mi día de viajar a Aguascalientes llegó. El plan era encontrarlo en el aeropuerto. La noticia la había recibido 15 días antes con un correo que decía: ¡Ya estás arriba! Pero todo cambió a último momento, al estilo Rojas: le habían atrasado el vuelo y el plan debía alterarse.

Era como un hermano mayor, me ponía en raya cuando debía hacerlo, me daba tips para sobrevivir, pero sobretodo era mi amigo.

Era un amigo con el que me tragué un aguacero para conocer un centro comercial en Aguascalientes, mientras caminábamos al lado de la carretera me contaba historias de vivivencias similares en Manchester con Alex Siliezar.

Cuando logramos arribar al sitio, recuerdo que había un restaurante chino abierto y ahí nos sentamos a conversar. Me habló de sus aventuras en España, sus amoríos con una europea y su cansancio de viajar. Recuerdo que hablaba de llevar más de ocho meses fuera de casa y de sus intenciones de trabajar desde la base.

Decía orgulloso que era de barrio, que la vida le intentó botar muchas veces, pero que siempre se mantuvo firme. Era un genio para resolver cualquiera acertijo.

Nos despedimos la madrugada del 14 de septiembre en el aeropuerto luego de dar cobertura al Panamericano. Él se fue primero, yo quedé dormido en una banca.

En diciembre del mismo año me enseñó a cómo andar en metro, a almorzar en un KFC de Ciudad de México, caminamos por el Zócalo, entramos a museos anónimos, le acompañé a comprar un traje y me recomendó un chaleco para vestir bien. Me dejó muy claro quién era quién dentro del Taekwondo mundial y fue una noche de diciembre cuando me contó la verdadera historia del Taekwondo.

Me la contó entre cervezas Tecate y Corona mientras fraguaba un nuevo equipo para la sala de redacción de MasTKD.com.

Muere Matías Rojas Gerente General de MasTaekwondo

Recibió a Samuel Sánchez como fotógrafo, le dio ciertos secretos del oficio y a pesar que en el inicio nos mostramos rebeldes, nos enseñó que era más lo que podíamos construir que destruir.

Aceptó mis propuestas de incluir a Laura Roca y Lisethe Salcido y uno a uno nos guió para mantenernos en la cima.

Me habló de complóts, de su afición por la salsa, de lo que disfrutaba lavar los fines de semana a la Blue -su vehículo Ford Fiesta azul- mientras conversaba con sus vecinos. Me invitó a su natal Buenos Aires, pero me advirtió que no abusara la confianza, que era solo por unos días.

Matías era Matías, describirlo es complicado. Tenía un poder extraño de socialización para trabajar en equipo. Iba directo, sin rodeos y su sinceridad exagerada le hacía creer a más de uno que era un mal tipo. Quienes creyeron así se equivocaron: Matías era leal y de palabra.

Recordar tantos detalles como su afición por coleccionar los libros de los simposios de Taekwondo, de hacer motines de las regalías en mundiales, de su enemistad con la comida de mar o de su capacidad de hacer negocios, se me dificulta mientras las lágrimas arriban en tropel cuando le recuerdo.

Nunca hablamos de sus creencias religiosas, tampoco su afición a la divinidad. Pero en sus últimos días conversamos sobre las ganas que tenía de seguir viviendo y mantenerse trabajando. MasTKD, aunque no fue de su concepción, lo quiso como a un hijo y él ayudó a criarlo. Crió un monstruo.

Nos despedimos una fría noche de diciembre en el Holiday-Inn Plaza Dalí, en Ciudad de México, nos dimos un fuerte abrazo y me dijo: “¡hasta la próxima che. Te cuidas!” Respondí igual y partí. Lo más triste de esto es que no hubo próxima.

Fuimos cómplices hablando de las mujeres más guapas del Taekwondo. Las dividíamos por zonas geográficas, por países, por idiomas, estaturas y por un montón de filtros más. Era conversación de amigos.

La última vez que hablamos por teléfono se le escuchaba esperanzado, convencido y con espíritu, pero hoy la muerte no lo quiso así. Decidió llevarlo hasta la eternidad y con él se llevó una parte de cada uno de los que trabajamos junto a él, pero con la muerte también una parte de él se queda con nosotros.

Me dijo: “aquí seguimos con ganas de seguir viviendo y trabajando”. En efecto, aunque su corazón no palpite, sigue viviendo y lo hará hasta que cada uno de nosotros tenga partir a mejor vida.

Estas líneas hablan de tan solo una parte de la experiencia que viví con Matías, que quizá a usted no le importe, pero que a usted no le importe no quiere decir que vaya a callar.

A su memoria le pido perdón por no poder sacar lo mejor de mis textos, estoy con la cabeza en el pasado y con el corazón destripado.

Matías es un campeón que me enseñó hasta el final que sin esfuerzo no hay gloria y que para llegar a la gloria hay que ser constante.

Escribo esto no para conmoverle a usted, sino para que se dé cuenta que muchas personas andan en el planeta disfrazadas de normales, mientras realmente son personas con talentos inimaginables y que jamás nos tomamos la molestia de conocerles.

Matías fue uno de los que me aceptó en MasTKD.com y juntó a él fragüé los trabajos más titánicos que jamás llevé a cabo.

Hoy no le escribo una carta de partida, sino una carta para decirle hasta luego. Que se le aprecia infinitamente y que las tareas que me designó las cumplí con bisturí militar.

La última fue jalar desde Corea cuanto artefacto alusivo al mundial fuera posible y junto con su hermano Claudio Aranda fuimos llenando las maletas para cumplirle.

Hoy bajo fe de juramento y con la lealtad que él tuvo desde el equipo de MasTKD.com le decimos: gracias campeón. Gracias por escribir junto a nosotros las etapas más gloriosas que jamás se podrían realizar sin usted.

Hoy todo un equipo le llora, pero hoy también es un día importante para el Taekwondo: un grande ha quedado dormido.

Podría escribir líneas infinitas mientras las lágrimas agrietan la memoria, pero lleguemos hasta aquí.

Un abrazo hasta donde sea que esté. Lo mejor está por venir. Gracias por formarme, por alinearme y por orientarme. Gracias al Taekwondo por habernos unido y gracias por dejarme formar parte de esta aventura. Gracias por todo campeón, y tal cual vacilamos frente al Gimnasio del IDEA en Aguascalientes: ¡gracias totales!