“Nunca subestimes el corazón de un campeón”

 

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Supongo que en muchas selecciones nacionales, de alto rendimiento o clubes de Taekwondo sucede el mal, al que decidí llamar, “Competidor inflado”. Un mal que me lo he topado por doquier y que se apodera de cualquier inescrupuloso.

Aclaro que las dos palabras juntas (“Competidor inflado”) no aluden a la inteligencia, sino a la hinchazón de ego y falta de humildad que asaltan a muchos competidores que comienzan a sobresalir un poquito del resto. Perdón por no llamarles atletas, pero es que un atleta es aquel que honra los valores del deporte. Principios que se rigen en la unión y no la separación.

Sucede en México, España, Colombia, Italia, Argentina, Honduras, Estados Unidos, Panamá, Perú, Chile, Brasil, Turquía, Francia y muchos lugares más. Lo común, desgraciadamente, está en todos los rincones.

¿Alguna vez topó con un compañero que era bueno para hacer Taekwondo y que se atrevía a corregir al maestro para alardear su conocimiento?

 

“Nunca subestimes el corazón de un campeón”

 

¿Se encontró con quienes por obtener una medalla o tener un poco de talento veían al resto de la llave del hombro para abajo -y no por la altura sino- porque el ego estaba por las nubes y la humildad a tres metros quince bajo tierra, lo cual no le permitía valorar a sus rivales?

¿Terminó el combate y usted felizmente por su triunfo quedó con la mano estirada cuando el rival ni siquiera lo saludó y tampoco fue a mostrarle respeto a su coach?

Bueno, esos son solo tres escenarios de los infinitos que se podrían describir de casos antideportivos. Pero más allá de eso, le tengo otra pésima aseveración: los tres escenarios los protagoniza un “Competidor inflado”.

Otro mal que aqueja a este tipo de competidor es el del “entrenamiento por hobby”. Es cuando alguien entrena solo para mantenerse, pero no para mejorar. Es un efecto secundario, algo que sus garras frívolas no discriminan.

La línea entre un atleta exitoso e íntegro y un “Competidor inflado” y antideportivo, es muy muy muy ancha, casi del tamaño del Pacífico, pero muchos la brincan con una facilidad como si fuera un charco de otoño: el “Competidor inflado vuelve posible lo imposible”.

Si usted quiere ser un atleta íntegro, con valores y ser profesional en el Taekwondo, nunca, nunca, ¡jamás!, subestime el corazón de un campeón.

Si algo envidio de los cinturones blancos, es el corazón y la garra que le echan, su humildad, perseverancia y coraje. Es su esfuerzo en el entrenamiento. Claro: ellos tienen ideales y metas por cumplir, el “Competidor inflado” apenas se percibe en el Dojang, camina cuando hay que trotar y se preocupa más por el peinado que por superarse.

No olvide que las medallas se ganan en el entrenamiento y se recogen en la competición. Tampoco olvide que alguien con espíritu indomable es más peligroso que un campeón mundial en lo más alto de su curva de rendimiento.

No subestimar el corazón de un campeón, le hará recordarse que ahí afuera hay alguien que quiere triunfar, que no duerme más que lo necesario por entrenar, que se esfuerza, que avanza cuando el cuerpo ya no puede, pero el corazón le impulsa, que se levanta cuando cae y sigue luchando.

Empero, más allá de eso, no subestimar el corazón de un campeón es superarse así mismo. Porque nadie en el mundo quiere descubrir que es un perdedor. Sí, el “Mal del competidor inflado”, solo ataca a quienes necesitan de ego y alardeos para sentirse campeones. Pero entre sentirse y ser hay seis espíritus de por medio.

Alguna vez leí una frase cliché que decía: Un cinturón negro es un cinturón blanco que nunca se rindió. Claro, pero ojalá, todos los que practicamos este arte marcial moderno pudiéramos mantener intactos los ideales del porqué se empezó en el empedrado camino del Taekwondo. Quizá solo así, recordándonos los espíritus de este arte marcial moderno, podamos estar exentos de ser un “competidor inflado”.

 

Esteban Mora, Exclusivo MasTKD.com