Después de años de trabajo, esfuerzo, perseverancia y dedicación en los entrenamientos y campeonatos, de sacrificio cada fin de semana, madrugones, viajes, tener que trasnochar para llegar a los estudios y un largo etc., llega un día en el que el adolescente dice: “papá, mamá, quiero dejarlo…”.

Los padres también se han sacrificado para que su hijo o hijos crezcan en todos los sentidos gracias al Taekwondo. Por él se han dejado de ir a acontecimientos familiares, de pasar fines de semana haciendo otra cosa, organizar vacaciones pensando en los inicios de temporada, y así educar en el respeto y la responsabilidad que conlleva comprometerse con un club, academia o asociación regional o nacional.

Esfuerzos económicos, apoyo moral, desgaste emocional, pero ante todo una experiencia familiar vital: el acompañar a un hijo en su deporte e inculcar la importancia de la actividad física como parte de una vida sana y en equilibrio.

 

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Y cuando llega este momento, muchos padres no están preparados para esta situación. Los toma desprevenidos, creían que su hijo sería diferente. No sabían que en la adolescencia todo cambia y que el deporte se vería afectado, aunque hasta ahora haya sido su pasión.

Pueden presentarse algunas señales, como días que aluden cansancio, otras en las que se alargan las lesiones, aparecen molestias, dicen no estar “a tope” o tener “malas vibras”, que se aburren, faltan a algún entrenamiento, o dicen que ya no es lo mismo.

Han crecido en un ambiente sano, han creado nuevas amistades, pero ahora aparecen en escena nuevos actores empeñados en colocar al deporte en segundo plano, en definitiva: a quitarle protagonismo.

Con la adolescencia

1. Aparecen nuevos intereses y sus prioridades cambian. Se pasa de los fines de semana en dobok con los padres y entre competiciones, a querer compartir su ocio con amigos del barrio o la escuela.

2. Hasta ahora el deporte era juego y diversión con una parte competitiva que a todos motiva, pero ahora la balanza se decanta más hacia la competición y esto ya no les divierte tanto, porque el nivel de exigencia aumenta y no todos están dispuestos a ciertos sacrificios y esfuerzos.

3. Sienten que están estancados, alimentando creencias de que es siempre lo mismo y que no aprenden nada nuevo en su deporte.

4. Resultados no esperados, expectativas que no se cumplen, presiones mal gestionadas pueden ganar la batalla al Taekwondo. Se genera frustración porque las cosas no son tan fáciles como antes.

5. Se cuestionan decisiones de entrenadores, por la propia condición de la edad y aparecen las primeras diferencias que les alejan, si es que el entrenador no sabe gestionar estas situaciones.

6. Se les empieza a tratar como a adultos y en ocasiones no reciben la motivación necesaria, ni se les reconoce su progreso, lo que reduce su compromiso y esfuerzo.

7. Es una edad en que la exigencia en sus estudios es mayor y aunque practicar deporte les ha ayudado desde pequeños a gestionar su tiempo, ahora tienen la sensación de que no llegan. La mente también está en otros temas y lo más fácil es echarle la culpa al Taekwondo.

8. Descubren lo que es el amor, y quieren compartir horas con esa chica o chico. Y a la hora de elegir qué actividad dejar, el deporte termina siendo la primera opción generalmente.

9. Aumenta la capacidad de tomar decisiones, se ven con fuerza para decir no a un deporte que en ocasiones ha sido impuesto por el gusto de sus padres.

10. Es una etapa en que los amigos van “todos a una” y si uno dice que lo deja los demás no quieren ser menos.

Estas situaciones que tarde o temprano pueden aparecer en todas las familias nos muestran la importancia de saber prevenir, adelantarse, e inculcar la importancia del deporte o de la actividad para vivir con equilibrio físico, mental y social. Hay que saber implicarse desde el ejemplo, porque la teoría se sabe y es fácil.

Para los padres, este no es el momento de echar en cara todos los esfuerzos que como padres, valga la redundancia, han hecho. Ni decir que ha sido tiempo perdido. En el fondo los padres saben que no es así, porque el Taekwondo hasta ahora le ha enseñado a superarse, a ser responsable, a cumplir objetivos, a respetar, a comprometerse, a esforzarse, a sacrificarse, y eso “nunca será en vano”.

Este es el momento en el que los padres y el entrenador deben estar juntos y dialogar con el adolescente para ayudarle a gestionar su tiempo o encontrar nuevas alternativas y que el deporte, al nivel que sea, no se esfume de su vida.

Que el Taekwondo permanezca en la agenda del adolescente es responsabilidad de todos: padres, entrenadores y entidades deportivas. Motivarlos para que sigan en el largo camino del deporte será una tarea difícil, sin dudas, pero desde ya que vale la pena intentarlo.

 

Fuente: Psicología, salud y deporte

Daniel Trapatoni, Exclusivo MasTKD