A nivel general, Argentina es un país con una modesta trayectoria deportiva internacional y con un muy limitado presupuesto destinado a la preparación de sus atletas, exceptuando obviamente al fútbol, que es el único deporte que recibe respaldo total y absoluto tanto de los entes públicos como privados.

El Taekwondo, como un deporte amateur más, no sería la excepción de ese limitado presupuesto. Es por ello que la gran hazaña realizada por el “Taekwondo Argentino” en manos de Sebastián Crismanich en Londres 2012, posee un importante valor adicional.

Nunca antes un arte marcial había tenido tamaña difusión en los medios de comunicación. En todas las tapas de los diarios del país, aparece una misma imagen, un mismo deporte y un mismo nombre. Titulares como: “El oro lo trajo el taekwondo”, “Oro histórico para Sebastián Crismanich”, “El chico de oro”, “Crismanich hizo historia grande en Londres”, o simplemente “El Maradona del taekwondo”, empapelan las calles de la tierra del tango.

Difícilmente podrán volver a alinearse los planetas para dar una situación similar a la que acaba de suceder. Cientos de personas autoconvocadas en el “Obelisco”, que es el principal monumento nacional situado en la ciudad de Buenos Aires, así como también en la “Costanera” de su provincia natal Corrientes, para manifestar su alegría y agradecimiento para con el hacedor de tamaña proeza.

Si bien para algunos países potencia puede tornarse algo habitual llegar a la cúspide máxima del olimpismo, nunca antes el “Taekwondo Argentino” había estado allí.

 

 

Dicen que los campeones están hechos de otra cosa, otra sustancia distinta a la de los demás seres humanos, y eso se hace evidente en pequeñas percepciones. Ellos pueden llegar a provocar el volver a enamorarse del deporte al que uno dejó por diferentes circunstancias, pero al que uno siempre quiso volver.

Seba llevó a Argentina a lo más alto del podio olímpico, compartiendo el mismo con todos países de Europa, siendo España (plata) e Italia (bronce) quienes con su inmigración en el siglo pasado contribuyeron a la formación de la idiosincrasia argentina, y por el contrario el otro tercero (Gran Bretaña), sería quien vendría en un momento de la historia a sembrar terror, muerte y robarse una parte de la soberanía nacional.

Devolverle la vida a un deporte vapuleado, saqueado y prácticamente violado por los dirigentes de turno, que solo buscaron el bien propio y destruyeron lentamente la esencia del mismo, es algo que no tiene precio para los que amamos el Taekwondo y formamos parte de él.

Nunca antes llorar al escuchar el himno nacional y estremecerse al ver la bandera celeste y blanca en lo más alto del podio gracias al deporte que amamos.

Todo esto solo lo puede generar algo o alguien especial.

 

Dicen que los campeones están hechos de otra cosa…

 

 

 

 

Matías Rojas, Exclusivo masTaekwondo.com

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