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Juan Fernández Rey
(Galicia, España)
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (Uvigo)
Campeón de España Absoluto 2012.

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Palabras clave.

Comportamiento táctico, percepción, decisión, cognitivo, incertidumbre, modelo de combate.

Introducción.

Al contemplar los factores que conformaran los diferentes contenidos del entrenamiento, y que se manifiestan en la competición, lo hacemos en diferentes planos: condicional (físico), técnico, táctico, psicológico. Y, según como se manifiesten en nuestro deporte, así decidiremos entrenarlos. Pues bien, cuando nos referimos a deportes de situación (oposición y cooperación-oposición), entre los que se encuentra el taekwondo, debemos tener en cuenta que el principal factor de éxito (y por lo tanto el que merece mayor atención) es el táctico.

Esto es así, puesto que en estos deportes el éxito depende de que los deportistas sean capaces de resolver correctamente los problemas que se les plantean en diferentes situaciones del lance deportivo. De hecho, si tenemos en cuenta la definición de táctica según Hagerdorn (1983) observamos que el autor considera a esta como la utilización del sistema de planes de acción y alternativas de decisión que permiten regular la actividad haciendo posible un éxito deportivo. Lo cual ya nos supone tener que contemplar nuevas estructuras a la hora de diseñar nuestras tareas y realizar nuestras programaciones, pues el entrenamiento de la táctica se corresponde con un aprendizaje de una nueva naturaleza (lo condicional o técnico, esencialmente motor, frente a lo táctico, esencialmente cognitivo).

Además, tenemos que considerar a la táctica como un comportamiento en si mismo, el comportamiento táctico. Puesto que a la conducta motora final (una conducta es la parte observable de un comportamiento) le precede una serie de fases que se producen no observables y dependen de varios mecanismos internos (el comportamiento engloba también lo que hay detrás de la conducta y no es observable, pero si modificable, entrenable). Realmente, esto supone un reto a la hora de diseñar y programar el entrenamiento, puesto que no todos los aspectos sobre los que intentamos intervenir son directamente medibles u observables..

 

El comportamiento táctico, ¿qué estamos entrenando?

Siguiendo al mismo autor, consideramos al comportamiento táctico como la elección de la forma adecuada de actuación en el momento preciso para unas condiciones concretas, e incluso hablamos de pensamiento táctico en referencia a la capacidad de relacionar las alternativas de decisión, tanto propias como ajenas, y los planes de acción de unos contra otros, aprovechándolos de la mejor forma posible (Hagerdorn, 1983). Lo cual lleva al deportista a realizar esfuerzos en varios frentes:

  • A nivel perceptivo: realizando un gran esfuerzo por captar la información sustantiva y relevante de toda la presente (aspectos temporales, espaciales y situacionales).
  • A nivel decisional: una vez que integra la información ha de darle sentido con fin de resolver la situación.
  • A nivel motor: ejecutando el programa motor que se ajuste a cada situación.

Siguiendo a Seirul-lo (1993a, 1993b, 1994, 1998b), la acción de competición (de los deportes sociomotores) obliga al deportista a una continua percepción y anticipación compleja y diferencial del juego, a una toma de decisión original y adecuada a la situación que debe resolver y a una permanente solución motora que debe estar dotada de la precisión requerida en el momento oportuno. Así, la dificultad del competidor es doble (Thomas y Thomas, 1994):

  • Por un lado ha de procesar la información con un déficit temporal enorme, tomando decisiones en lapsos mínimos de tiempo.
  • En segundo lugar, no es suficiente el saber “cuando y cómo”, sino el ser capaz de implementarlo en la práctica, ejecutando correctamente.

Algunos autores distinguen las siguientes fases en el desarrollo de las acciones tácticas (Martin, D.; Carl, K.; Lehnert, K; 2001):

  • Periodo sensorial: percepción de la situación.
  • Periodo discriminatorio: confrontación mental y análisis de la situación. Cálculo de las opciones propias y del rival, de las posibles soluciones.
  • Periodo combinativo: elaboración de un plan de acción, considerado como mejor solución para ese momento.
  • Periodo operativo: transformación en acción, aquí transcurren al mismo tiempo procesos mentales operativos, con las cuales el plan de acción originario se adecua de nuevo a las condiciones de la situación.
  • Periodo de valoración: análisis de resultados. Comienza ya durante el curso activo de la acción y continúa después de ella.

Por lo tanto, nuestras preocupaciones deben estar orientadas hacia la mejora de la percepción (la búsqueda de la información relevante para el caso), el desarrollo de la comprensión de la lógica interna del deporte (elaboración de si-táctica y como esta misma genera un feedback sobre el propia comportamiento..

 

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Consideraciones metodológicas: de la teoría al entrenamiento

El objetivo director del entrenamiento de la táctica es la acumulación sistemática de experiencias para dominar con éxito las exigencias de la competición propias de la modalidad. Westprhal, Gasser y Richtering proponen cuatro orientaciones metodológicas que deben guiar el entrenamiento y la elaboración de tareas “tácticas”:

1. Fomentar el desarrollo de la capacidad perceptiva: la percepción ha de desarrollarse de modo gradual, si bien de una manera consciente; los resultados de la percepción deben ser elaborados de forma sistemática.

2. De “observar” a “reconocer”: el lugar de observación, la posición, el campo visual y la perspectiva limitan las posibilidades de percepción tanto como el tiempo disponible. Por ello en cada situación global solo se pueden “observar” y “reconocer” una o dos señales características. De lo observado debe resultar lo reconocido en la situación, para iniciar sobre estas bases acciones propias de la situación. Durante el entrenamiento deberían hacerse conscientes, por sistema, las señales características que hay que observar.

3. Ejercicio independiente: actuar de acuerdo con la situación requiere autonomía y capacidad para reconocer e interpretar con independencia la situación en cada momento. El entrenamientode la táctica debe servir de impulso para actuar de forma responsable. El trabajo de situaciones estándar han de permitir unos margenes de decisión y conducir a veces a errores tácticos. La autonomía supone la evaluación de uno mismo, de modo que los deportistas no deberían solo depender de la retroalimentación recibida por los entrenadores.

4. Retroalimentación objetiva: las informaciones objetivas son imprescindibles para evaluar las propias acciones de acuerdo con los hechos y también para aprender a observar. Por ello, el análisis en vídeo debe revelar el comportamiento de juego propio y del rival.

La naturaleza cambiante de los episodios que conforman cada unidad de competición determina la imposibilidad de reproducir en el entrenamiento las condiciones exactas que se dan en cada situación. Cómo consecuencia, el entrenador debe enfocar sus esfuerzos en formar a deportistas capaces de resolver con éxito las acciones variables a las que se enfrentan, y hacerlo en función de sus propios recursos. Por este motivo, las propuestas del modelo cognitivo del aprendizaje-entrenamiento persiguen los siguientes objetivos (Seirul-lo, 1993b, 1993c, 1994, 1998b):

• Mejorar la representación del movimiento: huir de la idea de un modelo ideal de ejecución hacia por un modelo de persona en acción. El deportista debe plantearse soluciones tácticas en función de sus recursos técnicos presentes. El movimiento está formado por una serie de subestructuras dinámicas (parámetros espaciales o temporales) que nos permitirán adaptarlos al requerimiento táctico.

• Fortalecer los procesos de anticipación. Prever el futuro inmediato, lo que es posible que suceda en función del reconocimiento de estímulos pertinentes y la regulación de la memoria (esquemas previos).

• Aumentar la capacidad de comparación y discriminación sobre las diferencias obtenidas entre el valor deseado y el valor real de las acciones motrices ejecutadas.

• Entrenamiento de la atención y la concentración.

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Por ello nuestras tareas deben de activar e implicar los procesos congnitivos para haciendo consciente las percepciones y decisiones, y obligar a gestionar las emociones. Esto, condicionará la toma de decisión y la conducta realizada, por lo que se modificarán los esquemas previos (los cuales actúan como “facilitadores” que dirigen la percepción, la búsqueda de información y la toma de decisión). Para modificar estos esquemas previos el feedback cognitivo es tan importante como el fisiológico o sensorial. Para esto es indispensable cumplir una serie de condiciones en las tareas:

 

1. Variabilidad: debe existir situaciones diversas sobre los mismos patrones.

2. Incertidumbre: las tareas no pueden ser totalmente cerradas. Se deben activar los niveles de búsqueda de información del deportista.

3. Tener un criterio de éxito: el deportista debe saber cuando su conducta es correcta. Esto le permitirá diferenciar entre un acierto y un error y, por lo tanto, modificar su comportamiento.

4. Relación con la competición: en mayor o menor grado, según el momento y objetivo, se deben buscar situaciones en las que la ejecución y el grado emocional sean similares al de la competición.

Los medios con los que cuenta el entrenador para lograr que estos criterios se cumplan son las variables de la tarea: el espacio, el tiempo, las ejecuciones permitidas (limitar la lateralidad de ejecución, la altura del golpeo, el tipo de técnicas, etc.), y el marcador,los implementos utilizados, son ejemplos de estas variables. Así, manipulando y adaptando estas va conformando las tareassituaciones para conseguir los objetivos que se prentenden. A continuación, se expone un ejemplo de tarea concreta que busca operativizar la variabilidad en el comportamiento defensivo de nuestro competidor.

Tarea Ejemplo

Descripción: Con petos electrónicos. Competidor A tiene una superioridad en el marcador de 3 puntos y 1 Kyongo a falta de 45” para el final. El competidor B intenta remontar. Competidor A no debe repetir la misma conducta defensiva (por ejemplo cortar la distancia) veces seguidas, sino será amonestado con 1 Kyongo.

Criterio de éxito: A debe mantener o aumentar la ventaja sin repetir en 3 ocasiones consecutivas la misma conducta defensiva.

Duración: 3 x 45”

Espacio: tapiz 10×10 metros.

 

En esta tarea existe:

 

Variabilidad: puesto que si la realizamos con diferentes adversarios el patrón a seguir (ataque) es el mismo pero la ejecución diferente.

Incertidumbre: el competidor B ataca libremente y el A puede defender libremente respetando las restricciones de la tarea.

Criterio de éxito: especificado claramente.

Relación con la competición: esta puede ser una de las situaciones más habituales en la competición y de las peor gestionadas por los deportistas.

Planificar a partir de la táctica. Una nueva concepción

Al planificar a partir de la táctica, debemos cambiar nuestra forma de concebir el binomio trabajo-recuperación, o por lo menos debemos de saber que la fatiga “física” deja de ser el condicionante principal de ese binomio. Ahora, por el contrario debemos de tener en cuenta la fatiga cognitiva y emocional, el desgaste mental. Pues, como hemos visto, la mayor parte del esfuerzo durante el entrenamiento táctico se produce en este plano. Por lo que, si queremos buscar una correcta adaptación y desempeño no podremos caer en un exceso de fatiga “mental-emocional”. Por este motivo, debemos planificar nuestra intervención en función de un patrón de trabajo que nos permita mantener un binomio de exigencia-descanso mental, sin olvidarnos del control de la carga “física”.

Una buena medida es configurar una nómina de tareas en la cual clasifiquemos las tareas en función del grado de incertidumbre y similitud a la competición. De esta forma, estaremos estructurando el esfuerzo cognitivo (grado de incertidumbre: cantidad de estímulos implicados, variables, posibilidades de ejecución, etc.) y el impacto emocional (a mayor proximidad a la forma de competición se produce un aumento del estrés y del desgaste emocional). Una posibilidad de clasificación de las tareas sería:

• Tareas generales: contienen menor relación con el modelo de combate de cada competidor, pero nos ayudan a estableces la base para los requisitos específicos. Las realizamos en tareas de carácter más cerrado, por ejemplo, los desplazamientos, la técnica de bloqueo, el trabajo de las acciones ofensivas (directas, encadenamientos, acciones arriba), el manejo del miro chagui, etc. Son los requerimientos, los principios del juego.

• Tareas dirigidas: contienen uno o más elementos solicitados en la competición: trabajo de contraataque, anulación del contraataque, sistema defensivo (de gran importancia con los petos electrónicos), etc. Se deben en mayor grado de incertidumbre, modificando la estructura de las tareas (tiempo, espacio, marcador, variabilidad, incertidumbre, ejecuciones permitidas, etc.) en función del objetivo perseguido.

• Tareas especiales o de competición: se busca incrementar el rendimiento en una situación similar a la de competición. Las tareas deben conservar gran parte de la estructura formal y funcional de la competición, salvo pequeñas modificaciones que orienten o focalicen la consecución de determinado objetivo.

A pesar de esta organización, no debemos olvidad que el taekwondo es un deporte individual y que la referencia de cada competidor es su propio Modelo de Combate. Así, debemos tener siempre como guía en las propuestas de las tareas este modelo, construyéndolo desde las tareas más generales, con los recursos necesarios y utilizados, hasta las tareas competitivas, en las que el éxito para por una correcta aplicación del Modelo de Combate (y de sus principios y subprincipios) para resolver las situaciones del lance deportivo.

 

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